SER MADRE EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS (III)

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Hoy os traemos la tercera entrega de «Ser madre en tiempos de coronavirus». Como dijimos en la primera entrega, y en la segunda entrega estos relatos son muy especiales y esperamos que los disfrutéis tanto como nosotras.

Nada más, os dejamos con los nuevos relatos. Disfrutadlos.

Relato V

¿Quién nos iba a decir a nosotros que iríamos a conocer a nuestro hijo en mitad de una pandemia mundial?

Siempre he pensado eso de que “la vida es eso que te pasa mientras tú estás planificando otra cosa” y creo, que este momento que nos está tocando vivir queda reflejado en esta idea mejor que nunca.

Ante todo este torbellino que se ha generado, asumí que tenía 2 opciones; derrumbarme y recrearme en la mala suerte que hemos tenido en tener que vivir una cosa tan especial como el nacimiento de un hijo en estas condiciones o decidir; “vale, esto es lo que hay y no puedo cambiar así que, toca pensar y actuar sobre lo que sí puedo cambiar y adaptar para que todo nos vaya lo mejor posible”.

No te negaré que cuando todo esto empezó a complicarse; con el bombardeo de información y desinformación, limitaciones, noticias sobre los nacimientos sin acompañamiento, aislamientos de recién nacidos, confinamiento… me pegué una buena llorera. Pero lo cierto es que tenemos la suerte de contar con un aita que nos abrazó fuerte y nos dijo que todo iría bien porque, lo que tú necesitabas lo ibas a tener y nuestro trabajo como aitas sería compensar todos esos abrazos, mimos y besos… que el resto de familia y amigos tantas ganas tienen de darte.Y visto así y con las ganas que tenemos ya de conocerte no me pareció que el trabajo fuera a ser tan difícil.

Y en lo que respecta al parto sigo esperándolo con la misma mezcla de emociones; incertidumbre, dudas, ilusión… pero sé, que por duro que sea… el conocerte va a compensarlo todo.

Así que, aunque la situación no es la ideal y esperando haber puesto lo mejor de nosotros y rodearnos de grandes profesionales y personas que no han ayudado en estos meses para prepararnos para el gran momento, estamos deseando estrenar nuestro carnet con la “L” de aitas noveles.

Sólo nos queda decirte ONGIETORRI!!

Relato VI

Si cuando eres primeriza tienes miedo al parto, en tiempos de coronavirus tienes el triple.
Cuándo llegas al hospital y ves como ha cambiado allí la situación, el ambiente de preocupación que sientes nada más entrar por la puerta, te lleva a pensar millones de cosas.

Cuando llevas tanto tiempo esperando esta experiencia que te la imaginas tan bonita, especial y que quieres compartir con tu familia y amigos; se convierte en una situación en la que sólo piensas «por favor que salga todo bien que me quiero llevar a mi bebé a casa sano y salvo cuanto antes».

En esos momentos piensas un millón de cosas ¿Dejarán estar a mi pareja conmigo? Por favor que sea que sí, yo sola no voy a poder…  ¿Podré hacerlo? ¿Saldrá todo bien?
Y vaya que sí puedes, sacas las fuerzas de donde sea y después de las horas que sean.
Tengo que decir que el día de mi parto, fui la única que estaba en esa situación y todo el personal sanitario se portó muy bien con nosotros y nos trataron con todo el cariño que en esta situación se podía dar.

La situación no ayudaba, las mascarillas no ayudaban y el aislamiento tampoco pero lo que sí ayudaba, es tener a tu lado a la persona que ha estado siempre durante todo el embarazo y apoyándote en todo que si algo pasa sabes que va a sacar uñas y dientes porque su familia salga de allí unida.

A pesar de la situación sigue siendo un momento especial y maravilloso en el que sin ninguna duda, repetiría.

Saldremos de esta guerra más reforzadas, con una familia mucho más unida y más fuertes.
Ánimo que lo conseguiremos y la mejor recompensa es nuestr@ peque!.

Relato VII

Antes de nada, he de reconocer que me ha costado ponerme a escribir sobre mi vivencia durante este tiempo casero, ya que hay momentos y momentos en los que las cosas se ven diferentes, pero ahí va.

Varios días antes de dar a luz me cometaron que en los hospitales de Osakidetza estaban restringiendo las visitas a una persona por paciente, cosa que reconozco lo viví con alegría, ya que el tema de visitas en el hospital era algo que no sabía como iba a llevar. En ese momento no le di ninguna importancia al motivo de la restricción (estaba claro que algo grave pasaba, pero para mi eso quedó en un segundo plano).

La estancia en el hospital fue agridulce. El tema de las visitas fue extraño ya que venían a verle los abuelos, por ejemplo, y entraba uno y tenía que salir el otro, pero mal menor! Sin embargo, había una restricción que no conocía y no llevé tan bien. Por una parte, me decían que caminase, y por otra no me dejaban salir de la habitación para nada. Ahí sentía impotencia. Mucha impotencia, ya que, aunque una compañera de habitación si que mencionaba el coronavirus algunas veces, yo vivía en mi luna de miel con mi niña ajena a todo lo que pasase fuera, y no entendía nada.

El día que nos dieron el alta del hospital, un par de días antes de estar en estado de alarma, hable con una amiga y me informó de primera mano cómo estaba la situación ahí fuera y me mencionó las palabras: «yo me quedo ya en casa». Ahí me hizo «clic» y  lo hable con mi pareja y  sin dudarlo decidimos irnos directos del hospital a casa y no salir de allí. Por una parte me sentía un poco exagerada, pero un par de días mas tarde ya indicaron que nadie podía salir y ya parecía mas normal la cosa.

En un primer momento he de reconocer que me «alegre» de poder pasar 15 días 24h en casa los tres ya que nos iban a venir de lujo para conocernos con tranquilidad. Cosa que si no fuesen obligados no nos los cogeríamos y andaríamos mas «saturados». Y así fue, la alegría y la tranquilidad estaba en casa casi todo el tiempo. El optimismo también!

Con la familia hablábamos por videollamada (tan de moda en estos tiempos) y todo fluía 🙂. Los momentos que peor llevábamos era cuando tocaba ir a las citas médicas ya que el hecho de salir a la calle conllevaba un riesgo, y sentíamos miedo. Muy fuerte! miedo de salir a la calle!. Miedo de que «el bicho» entrase en casa con las consecuencias desconocidas que podría tener a nivel particular, pero sobre todo teniendo en mente a nuestra pequeñita. Miedo sobre todo a que algo pasase, a que algo directa o indirectamente le pasase. En un momento llegue a pensar que sentirme así era cosa mía, que era una exagerada, pero por suerte compartí cómo me sentía y me sentí muy arropada al descubrir que no era la única, que la gente en situaciones similares sentía lo mismo.

Pasaron semanas y semanas, y lo que en un primer momento nos vino super bien deja de ser tan guay y se convierte en lo contrario. Donde antes veíamos oportunidad comenzamos a ver limitaciones.

Nuestra hija ha cumplido su primer mes y no sabe qué es la calle. Es muy fuerte! Sus abuelos solo han visto a su primera nieta  unos minutos en el hospital (afortunados!). Ahora sentimos la necesidad de pisar la calle, de presentar a nuestra pequeñita a la familia y amigos ,y de poder vivir una vida real que aún no conocemos.

Imagino cómo será una vida fuera con nuestra pequeña. Algo que aún no conocemos y sólo podemos imaginar… Imaginar algo que esperemos en unos cuantos días pueda ser realidad.

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